No vemos el mundo como es, vemos el mundo como somos!

El mundo puede ser visto desde diferentes perspectivas. Y cambia de acuerdo a quien lo está viendo. Cada unos tenemos una manera distinta, única de reportarnos al medio y a las demás almas que nos rodean.

Las personas optimistas ven las oportunidades, las cosas para las cuales vale la pena ser agradecido; estas personas entienden que  a pesar de que las cosas pueden ser difíciles en ciertos momentos, tarde o temprano mejorarán.

Los pesimistas, lo más probable es que permanezcan atrapados en la espiral de la inacción debido a que piensan que su mundo nunca va a cambiar, hagan lo que hagan.

No se trata de exagerar ninguna de estas dos posiciones; pero voy a reconocer algo: cuando estoy abajo, desanimada, molesta o enojada (y sí, también me pasa a mi), veo todo lo peor que hay en el mundo. Las cosas van mal, los demás me fallan, nada va como debería.

En cambio cuando me propongo ver lo mejor, la parte bonita de la vida, las cosas se calman, tanto en el interior como el exterior. La gente reacciona de manera diferente a mí, las situaciones son mejores y yo soy una persona mucho más tranquila y más abierta.

Y una vez más lo repetiré – no se trata de pensar – oh, tengo que ver las cosas de manera positiva y todo me irá bien. Se trata –  de verdad – pensar eso y sentirlo.

Porque ser positivo y ver lo mejor significa acción, significa hacer algo para que las cosas se den, significa detectar las oportunidades y aprovecharlas al máximo.

Y nunca hay que olvidar algo: vivimos en el mundo. Somos seres espirituales que tenemos una experiencia humana. Eso significa conocer la felicidad, la alegría, el amor, la luz, la paz…pero también la amargura, la oscuridad,  el odio…

Porque no sabríamos que es el amor sin la existencia del odio!